viernes, 28 de enero de 2011

Banquillos

Siempre he sentido empatía por los deportistas que chupan banquillo. Y no me refiero precisamente a jugadores como Karim Benzema, ese suplente de lujo con el que los medios de comunicación, mayormente de Madrid, y mayormente deportivos, nos están dando una tabarra propia de aburreovejas. Cuando a final de mes te ingresan en tu cuenta 708.000 euros (el sueldo mensual del delantero francés, según la consultora portuguesa Futebol finance), estás tan podrido de dinero que ríete de ver los partidos al lado de Mou. Casi como que te da igual. Lo jodido es tener que vestir el chándal en un equipo de Tercera Regional con un frío siberiano y por amor al arte. Un servidor y su amigo Iñaki, allá por finales de los 80, nos chupamos 29 partidos consecutivos de Segunda Regional en el banquillo. Debíamos ser unos mantas de aúpa porque nos sobraba disciplina: no fallábamos a ningún entrenamiento. Entonces el reglamento solo permitía dos cambios (ahora se pueden hacer cinco), y en el banquillo nos sentábamos tres jugadores de campo y un portero. Uno de los tres jugadores, apodado Blokhin (en honor al delantero ucraniano), salía siempre en la segunda parte por aquello de que era bueno y zurdo. Los otros dos nos jugábamos la otra sustitución lanzando una moneda al aire. Casi siempre ganaba yo. El entrenador tuvo el detalle de alinearnos en el once titular en el último partido de Liga, dado que una semana antes habíamos conseguido el ascenso. Años más tarde, Iñaki triunfó como lateral. Yo decidí juntar letras.

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