viernes, 7 de enero de 2011

SOS Bidasoa


"El balonmano es un deporte que no ha calado, está anquilosado". La frase se podría firmar hoy, pero no, no es ni de hoy ni de ayer. Data de enero de 1998. Salió de la boca de Beñardo García, seguramente el mejor presidente que ha tenido el Club Deportivo Bidasoa. Andaba ya entonces el club de capa caída, a la búsqueda de una nueva directiva, un nuevo patrocinador y un nuevo proyecto. Hacía ocho meses que Juantxo Villarreal había dejado el banquillo para siempre y poco antes había dicho adiós Chocolates Elgorriaga, la empresa con la que todavía hoy ligamos al primer club vasco que se coronó campeón de Europa. Hoy el equipo irundarra está irreconocible, ahogado por las deudas, arrastrando un déficit de 300.000 euros sobre un presupuesto de 555.000, con el serio riesgo de caer a la tercera categoría del balonmano (está en puestos de descenso) y, de fondo, con unas elecciones en febrero para la que no se adivinan candidatos. Le fallan al Bidasoa tres de las piedras angulares que sostienen a cualquier club: la cantera, el dinero y la afición. Dicen en Irun que los mejores momentos del balonmano suelen coincidir con los peores del fútbol; que cuando el Bidasoa reinaba en Artaleku, el Real Unión penaba en el viejo Gal en Tercera División. Puede ser. El caso es que su situación tiene muy mala pinta. Necesita lanzar un SOS para salir de uno de los momentos más delicados de su historia. Una catarsis que garantice su supervivencia a la espera de tiempos mejores que, seguro, llegarán. Que no se convierta en otro Teka Cantabria, el gran equipo santanderino que desapareció en 2008 tras varios años de penurias.

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