El tío Alberto se nos casa el viernes y sábado con la nadadora. Bazen garaia, gizona! No es que se le haya pasado el arroz, es que ya es socarrat. 52 añitos (y dos hijos) tiene el bendito. Y no yerro cuando digo que se casa el viernes y el sábado. Hoy por lo civil y mañana por la santa madre Iglesia. Como en casa somos muy de los Grimaldi, el cuñao Julen ha organizado para el sábado un sarao. Dice que tenemos que ir vestidos en plan fiesta ibicenca-hippie. Él pone la bebida, que siempre suele ser abundante, y el menú, todo de barbacoa y cocina fina: morcilla, beicon, longaniza y txistorra. Está pensando en sacar la tele a la terraza para ver la boda en plan pantalla gigante, para que luego podamos puntuar a las mejor y peor vestidas. A mí lo que me jode es la hora. Alberto, las cinco de la tarde no es una hora para casarse, y menos si tenemos el prólogo del Tour. Esas cosas se planifican, hombre de Dios. O boda, o Tour. Ansiosos estamos ya por ver la semana que viene las fotos de la segunda boda del siglo de este semestre. A la Carolina, la Estefanía, ese crack del Hannover que se bebe hasta el agua de los floreros (irá, ¿no?) y toda la tropa de chavales. A mí, lo que más me gusta de las revistas del colorín no son ni los textos (¿conocen a alguien que los lea?) ni las fotos. Me encantan los pies de foto. Ahí van unos ejemplos reales como la vida misma de hace un par de semanas: "Luis Medina llegó con su habitual estilo", "La hermana de la duquesa de Cambridge ya es todo un icono de la moda" y "El embarazo de la modelo les ha llenado de felicidad".
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