Javier Vizcaíno y su equipo del programa Gabon de Onda Vasca acaban de sacar de los fogones una especie de remake de aquel exitoso El cocidito madrileño. La nueva versión se llama Esencia de cocidito y, aunque de momento solo se han servido dos entregas, ingredientes no le van a faltar. Si el original Cocidito madrileño dio para una obra de teatro también exitosa y recibió un premio Ondas, Esencia de cocidito tiene el campo abonado. Los mismos tertulianos de entonces siguen poblando las tertulias de las radios del poronpompero, y su efecto se ha multiplicado con la expansión de la TDT que, en el caso de algunas cadenas (no hace falta nombrarlas), son una tertulia constante y repetitiva sobre dos asuntos: zumbar a Zapatero y hablar del siempre rentable monotema vasco. En los últimos días se ha paseado de plató en plató y de estudio en estudio un tal Francis Franco, nieto del innombrable. El susodicho da para varios cociditos, unas cuantas fabadas y hasta pulpo a la gallega. Francis Franco ha gozado de la libertad de expresión que negó su abuelillo a millones de personas para soltar una sarta de sandeces que han hecho la boca agua a la derecha más cavernícola. Ahí va una ración, a modo de Cocidito: "Mi abuelo no firmó ninguna sentencia de muerte", "No se consideraba un político. La política no era una cosa que le gustase", "Mi abuelo no era autoritario". Para rematar la afena, otro nietísimo, Jaime Martínez-Bordiú, no se ha andado con zarandajas: "Mi abuelito eran un gran tío, una buena persona. Era divino y muy familiar". Sé dictador y ten nietos para esto.
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