pongamos que es usted de Bollullos Par del Condado (Huelva) y, como le ha tocado un pellizco en la Bonoloto, decide disfrutar de una semana de vacaciones en Zumaia. Se conecta a Internet, teclea Google y se pone a buscar "hoteles en Zumaya". Se tira un rato rastreando alojamientos, viendo fotos de habitaciones, tarifas, imágenes del flysch, de paisajes, de tradiciones, de restaurantes y... de quién gobierna el Ayuntamiento. Escuchando los argumentos de quienes afirman que la llegada de turistas a Gipuzkoa ha descendido desde la irrupción de Bildu en los altos poderes del territorio, se diría que los potenciales visitantes comprueban quién rige cada municipio antes de decidir su destino de ocio. Suena raro, raro, raro. Conozco a un amigo que en sus tiempos mozos, antes de salir de farra por las fiestas de los pueblos, se repasaba los últimos resultados electorales del municipio al que iba a ir a darle al bebercio. Pero no conozco a nadie que organice su destino de vacaciones en función del color político que domina la casa consistorial. Vamos, que al común del turista le importa un bledo quién manda en Benidorm o en Zahara de los Atunes. Le inquieta más saber si el chiringuito de la playa ha subido el precio del gintonic de las once de la noche. Así que el razonamiento de que el turismo cae porque este territorio es Bildustán, se cae por su propio peso. Si hay realmente un descenso de turistas (cada parte maneja su propia ensalada de datos), seguramente obedecerá a otras causas. La crisis y los precios, por ejemplo.
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