eL pasado lunes, el autobús del Sevilla estaba aparcado en la calle Gasteiz, frente a un conocido hotel de Donostia. La víspera había trasladado a la plantilla, técnicos y directivos del club desde el aeropuerto de Hondarribia a Donostia. Y el mismo lunes se desplazó desde el hotel a Anoeta, y del estadio a Vitoria para emprender viaje de regreso en avión a Sevilla. Conclusión: el autobús hizo el viaje Sevilla-Donostia-Sevilla sin viajeros en sus confortables asientos. Hace un tiempo me crucé con el autobús del Bayern de Múnich en el peaje de Irun. Era un lunes. El martes se jugaba el Oporto-Bayern. El autobús iba vacío. Recorría media Europa para llevar a los jugadores alemanes del aeropuerto de Oporto al hotel, del hotel al estadio do Dragão, y del campo al aeropuerto. Luego, vuelta a Alemania sin pasajeros. El detalle puede resultar nimio, pero refleja los aires de grandeza en los que se mueve el mundo del fútbol de elite, que nunca repara en gastos pese a sus deudas sonrojantes. Cuatro clubes de la Liga tienen deudas superiores a los 450 millones y otros cuatro están en suspensión de pagos, entre ellos el Zaragoza, que en el mercado invernal ha realizado seis fichajes. ¿Alguien lo entiende? Cualquier otra empresa estaría en bancarrota, pero en estas mal llamadas sociedades anónimas en las que se hace gala de la ostentación, la vida sigue como si tal cosa. Es pura fachada. Tras explotar la burbuja inmobiliaria, llegará la del fútbol, porque no se puede comer pipas y masticar chicle al mismo tiempo. En fin, que yo quería hablar de Sito Alonso, del buen rollo que transmite y de la sensatez con la que se expresa.
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