"¿Qué eso de Twitter?". Me lo preguntó el otro día mi madre y no tuve necesidad de utilizar el máximo de 140 caracteres (espacios incluidos) que exige la ley de esta red social. "Una cosa de Internet", creo recordar que respondí para salir del apuro. Las madres siempre te hacen las preguntas más difíciles de contestar (¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? ¿Qué te pasa?). Supongo que a la mía le picaba la curiosidad porque en la tele y la radio están todo el día con el Twitter para arriba y para abajo. Como creo que no le convenció mucho mi explicación, le mostré la pantalla del móvil (los móviles son hoy ordenadores de bolsillo) en la que aparecía la cascada de mensajes que Twitter ofrecía en ese momento. Mi compañera de almohada tampoco conoce Twitter, pero me advierte de que algún día me voy a tropezar con una farola porque no despego la vista del móvil. Todavía no sé si esta herramienta de Internet es una moda pasajera o perdurará en el tiempo pero, al margen de la dependencia que crea, se trata de una utilidad provechosa en el mundo de los medios de comunicación. Fluye mucha información, a mucha velocidad (a veces demasiada), aunque, como todo en Internet, hay que saber separar el grano de la paja, el simple bulo o rumor de la noticia. Como resulta un tanto complicado explicar en qué consiste esta red social sin estar delante de un ordenador, solo apuntaré dos cosas. 1) Twitter no está hecha para los amantes de la verborrea y los discursos larguísimos. 2) Antes de escribir cualquier comentario, cuenten hasta diez. Por si acaso.
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