viernes, 13 de julio de 2012

Elsa Fornero

La ministra italiana de Trabajo y Protección Social, Elsa Fornero, rompió a llorar en plena rueda de prensa cuando se encontraba detallando los duros ajustes en las pensiones que iba a aplicar su tecnócrata gobierno. Fue a principios de diciembre del año pasado y lo recordarán porque las imágenes dieron la vuelta al mundo. Fornero acababa de firmar un decreto que afectaba y empeoraba las condiciones de vida de millones de personas y no pudo vencer la tensión del momento. Los diputados del PP, en una falta de respeto absoluta a los ciudadanos, recibieron con vítores y aplausos a Rajoy, cual palmeros, cuando el miércoles concluyó su intervención en el Congreso en la que dinamitó el Estado de bienestar. Sabido es que las formas a veces son tan importantes como el fondo. Zapatero pasó por el mismo trance hace dos años y al menos tuvo la decencia política de explicar los recortes desde el estrado y regresar a su escaño con la cabeza gacha. Es tal la bravuconería de algunos dirigentes del PP, con Esperanza Aguirre a la cabeza, que recuerdan a tiempos pretéritos, a la derecha de toda la vida. Porque habrá que recordarles que la factura que nos cobra ahora Rajoy la han disfrutado los amiguetes del partido que controlaban esas cajas de ahorros con pies de barro y directivos que han salvado su culo con indemnizaciones millonarias. Y habrá que recordarles también que sus amiguetes del partido son también los que controlaban las comunidades autónomas que más dinero público han despilfarrado en obras faraónicas. Y todavía sonríen. En otros países (leáse Islandia) pasan a disposición judicial.


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