un amigo asegura que cuando en un bodorrio comienza el ritual del baile, todos somos Travolta pero sin tupé. Como por norma general no tenemos ni idea de mover el esqueleto, nos ponemos en la piel del protagonista de Grease, Fiebre de sábado noche y Pulp fiction y nos contorneamos sin experimentar el más mínimo sentido del ridículo. Escribo en primera persona del plural, pero debería hacerlo en primera persona del singular y reconocer que el bailoteo no es lo mío. Me atrevería a decir incluso que es un arte que dominan pocos hombres por estos lares. Más allá de la dantzas autóctonas, bailar bien a lo suelto no es lo nuestro (mío). Otra cosa es ir de romería con los Kupela y bailar agarrao tras agarrao. Pero a lo suelto, suelto... Travolta. El bueno de John llega hoy a Donostia sin el tupé que lucía en su anterior visita de 1983, con más años, menos pelo y algo de tripa. Travolta es de esos actores a los que reconoces sin necesidad de teclear su nombre en Google. Sabes de sobra quién es. No se puede decir lo mismo del rosario de directores, actores y actrices que desfilarán hasta el próximo sábado por la alfombra roja. Mi cultura cinéfila es más bien de perfil bajo, así que cuando los compañeros de Mirarte reciben cada noche el listado de llegadas previstas para el día siguiente, tengo que echar mano de Internet para poner rostro a los nombres y apellidos de las estrellas que vienen. Me pasó el miércoles con un tal Alan Arkin, a quien no tenía el gusto de conocer hasta que vi una foto suya, y me sucedió de nuevo anteayer con Julie Taymor.
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