Cuando, cada cierto tiempo, muere un montañero en uno de los colosos blancos del Himalaya, casi siempre hay alguien -normalmente profano en la materia- que suelta aquello de: "Era el sitio donde le hubiera gustado morir". Como si morir sufriendo como un perro, aterido de frío a, pongamos, 7.000 metros de altura, fuera la mejor de las despedidas de este mundo.
Iñaki Ochoa de Olza, experto himalayista navarro, falleció en mayo de 2008 en el Annapurna, uno de los ochomiles más inaccesibles, tras sufrir un derrame cerebral a 7.400 metros. Durante los cuatro días que se sucedieron desde que cayó desvanecido en su tienda de campaña hasta que falleció, catorce montañeros de otros tantos países protagonizaron una de las más bellas gestas solidarias del himalayismo. Migueltxo Molina y Pablo Iraburu han recreado aquel intento de rescate en Pura vida, un emotivo documental de 88 minutos, muy bien facturado, con un guion que hace permanentes guiños al feedback y que incluso aporta imágenes inéditas de aquella malograda expedición.
Los catorce montañeros que trataron de salvar a Ochoa de Olza son el hilo conductor de una historia muy bien hilvanada, que pone en valor virtudes como la amistad, el compañerismo o el trabajo en equipo, virtudes a la baja en este mundo en el que a menudo prima el individualismo.
De país en país y de viaje en viaje, Molina e Iraburu presentan a cada uno de los alpinistas en su quehacer diario, en su casa, en sus lugares de entrenamiento, cerca de los suyos, pero siempre con el Annapurna y aquella tentativa de rescate como argumento central de una historia que resulta familiar para quienes hayan leído Bajo los cielos de Asia, del propio Ochoa de Olza (Saga Editorial), y Los catorce de Iñaki, del columnista de este periódico Jorge Nagore (Saga Editorial).
"Tienes que hacer lo posible hasta que sea imposible", dice Horia Colibasanu, uno de los protagonistas de Pura vida, en uno de los pasajes del documental, que huye del sensacionalismo que predomina en los medios generalistas cuando abordan una tragedia en el Himalaya.
Se suele decir, seguramente sin conocimiento de causa, que aquellos que viajan a escalar cumbres imposibles como el Annapurna están locos y, sin embargo, Pura vida está trufada de frases de un sentido común fuera de lo normal. Solo así se entiende que Colibasanu, Ueli Steck, Denis Urubko, Don Bowie y compañía pusieran en riesgo sus vidas para salvar la de un compañero en un gesto de solidaridad y altruismo con pocos, por no decir ningún, precedente en el Himalaya.
* Artículo publicado en la sección de Mirarte de NOTICIAS DE GIPUZKOA
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