viernes, 19 de octubre de 2012

Mastodontes

"Estamos en el país de los aeropuertos peatonales, las carreteras sin coches, los teatros sin contenido y los palacios sin congresos. Cada faraón quería su pirámide". Pensaba que lo había visto todo sobre inversiones en mastodontes de hormigón que se han quedado en construcciones de cartón piedra, pero se ve que la realidad siempre supera a tu imaginación. Hace unos días el programa Comando actualidad emitió el reportaje ¿Nos lo podíamos permitir?, un tratado de lo que ha sido la burbuja española en todas sus vertientes (inmobiliaria, financiera, de infraestructuras...). Aunque se trataba de un reportaje mucho más edulcorado que las mordaces lecciones que ofrece Jordi Évole en el imprescindible Salvados (en Comando Actualidad se entrevistaba a concejales y cargos públicos sin citar su partido), la sucesión de monumentos a la nada era un cúmulo de despropósitos. Me quedo con el repaso que se hizo a los palacios de congresos. De hecho, la frase que abre este texto es del propietario de la única sala de congresos privada de Palma de Mallorca. Asegura este buen hombre que en el Estado hay 140 palacios de congresos, la mayoría impulsados por las instituciones públicas, pero que solo dos o tres son rentables. En Palma de Mallorca, a la entrada de la ciudad, hay un esqueleto de hormigón sin acabar, por el que ninguna empresa puja, y en la que los políticos de turno ya se han gastado 125 millones. Otro pozo sin fondo que añadir a un catálogo de obras sin sentido que no tiene fin: ayer anunciaban que el aeropuerto de Castellón estudia su ampliación, pese a que aún no ha recibido su primer vuelo. Que siga la fiesta.

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