Podía haber sido una
moda pasajera, pero, afortunadamente, sigue siendo una más que visible
realidad. Hablamos de correr. Practicar footing, jooging o running
se ha convertido en una de las aficiones preferidas del populacho. No
es el deporte más completo (para eso están la natación o el remo), pero
seguramente sí es uno de lo más reconfortantes. Y también uno de los más
baratos. Unas zapatillas, un pantalón corto y una camiseta son toda la
equipación que se necesita. Si se gasta dinero, mejor hacerlo en unas
buenas zapatillas. Correr es económico (salvo que uno se apunte todos
los fines de semana a las carreras populares que abundan en el
calendario) y no requiere una gran dedicación. Al común de los
corredores le puede bastar con 40 minutos de ejercicio, una vez vencida
la pereza inicial, sobre todo en invierno. Correr ha dejado de ser una
afición aburrida (si es que alguna vez lo fue) con la aparición de los smartphones,
Mp4 y demás cachivaches, y es también una forma de quitarse complejos
de encima. Incluso hay quien mantiene que se trata de una actividad
desestresante, que permite ampliar el círculo social de amistades y que
aporta beneficios menos tangibles que los físicos. A saber, hay quien
sostiene que corriendo se le han ocurrido sus mejores ideas y proyectos
que luego traslada a su quehacer laboral.
PD: ¿Qué polideportivo de un municipio guipuzcoano cobra 4,5
euros solo por ducharse? Y digo bien solo por ducharse, porque el precio
no incluye el derecho de uso de otras instalaciones que no sean los
vestuarios.
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