La Diputación de Gipuzkoa, con el diputado general, Martin Garitano,
a la cabeza, ha celebrado en las tres últimas semanas nueve reuniones
en otros tantos municipios para dar a conocer a los ciudadanos su
proyecto de Presupuestos. El pasado martes envió una nota a los medios
de comunicación a modo de balance de los seis primeros encuentros, en la
que llamaba la atención que hablara de una "participación
significativa". Más que nada porque en el propio texto, y en un alarde
de transparencia que le honra, señalaba que a esas seis citas habían
acudido un total de 300 personas. Hombre, teniendo en cuenta que se
trataba de reuniones en Errenteria, Irun, Tolosa, Eibar, Zarautz y
Beasain, seis poblaciones que suman más de 96.500 habitantes adultos,
nos sale (si la calculadora no falla) que asistió el 0,3% de los
ciudadanos. Es loable que la Diputación dé a conocer en qué se va a
gastar los cuartos en 2013, y que escuche las quejas y sugerencias del
pueblo llano. Pero el problema de fondo es que el común de los
ciudadanos no confía en los políticos, sean del color que sean. Son
tantas las veces que han dicho una cosa y han hecho la contraria, que se
ha generado un clima de desconfianza difícil de revertir. O tal vez el
problema es que no se da la difusión que se merece a este tipo de
convocatorias para fomentar la participación ciudadana. Bastaría, por
ejemplo, con insertar unos anuncios en la prensa, tan castigada por la
crisis en el sector publicitario. Y de eso sabe mucho el nagusi del Palacio Foral, que para algo es del gremio.
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