viernes, 28 de diciembre de 2012

La torre

El otro día pasé a ras de suelo por una pedazo torre de no sé cuántos pisos (así, por lo bajo, calculo que tendría más o menos 75 plantas). Para ser en el mismo Bilbao, pequeña me pareció. Yo, que soy un tipo previsor, la hubiera tirado unos metros más para arriba. Lo menos hasta llegar a la altura del monte Artxanda. Soy muy fan de los teleféricos (el que más me mola es el de la Expo de Zaragoza, que allí sigue, tieso como la mojama), y esa ciudad (Bilbao, digo) pide a gritos una telecabina que conecte la azotea de esa torre con Artxanda. Con ese proyecto y San Mamés Barria, tenemos rematado el Botxo para lo que resta de siglo. Que menudos somos cuando nos ponemos a regenerar. Andaba yo con mis cavilaciones mientras El Popis sufría ya de tortícolis de tanto hacer contrapicados a la torre con la cámara de fotos de su móvil de última generación. Toma por aquí y toma para allá, le dimos varias vueltas a la torre que, todo sea dicho, ha quedado muy chula y, sobre todo, es muy alta. "Popis, esto tan grandísimo lo pagamos tú y yo", le dije así, de primeras. Cada mes nos pasan una factura que no hay dios que descifre. Y cada año esa factura sufre unos cuantos incrementos. Dentro de unos días aumentará otro 3%. Este debe ser el único país del mundo mundial en el que un servicio básico sube por encima del IPC. El exoligopolio telefónico también amenaza con aumentar el precio del alquiler por usar la línea del fijo. Pues eso, que a nuestras contrarias también les llamó la atención semejante torre, pero a la chavalería lo que le impresionó fue el tranvía.

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