viernes, 21 de diciembre de 2012

Pipas Facundo

si al mismo tiempo que lee este texto se está comiendo un pintxo de txistorra (es difícil de hacer sin manchar el papel), es que ha sobrevivido al apocalipsis. Ya somos dos en este planeta. Mi más sincera enhorabuena. Aunque tampoco es para tanto. Era imposible que usted y yo desapareciéramos de la faz de la Tierra sin que antes se hubieran cumplido una serie de requisitos indispensables. A saber. Es imposible que llegue el fin del mundo antes de que Donostia luzca su nueva estación de autobuses. Como también es del todo improbable que nos volatilicemos todos sin que el Madriz levante la Décima. Por no decir que a nadie se le ocurriría vaticinar el final de nuestra existencia sin ver antes Anoeta sin pistas de atletismo, sin ver circular el Topo-metro de Donostia llegando a primera línea de playa en La Concha y sin saber si hoy el talo se cotizará por encima de los cinco euros. Pero es que ya resulta de risa que nos anuncien que todo esto se acaba sin que sepamos si habrá incineradora, puerta a puerta o quinto contenedor, o todo junto, revuelto o por separado. Todavía hay muchas cuestiones por resolver como para que nos vengan los mayas (un respeto para los mayas, dicho sea de paso) y nos digan que hasta aquí hemos llegado. En fin, que no podemos dejar este mundo (amén de sin probar pipas Facundo), sin saber si en 2013 va a cambiar el mapa del tiempo de EITB o si vamos a volver a jugar en Europa. Y hablando de fútbol y periodismo, no podemos irnos así como así sin saber si Iker y Sara se casan el año que viene. He dicho.

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