viernes, 18 de enero de 2013

Apéndice móvil

un reciente estudio patrocinado por el oligopolio telefónico estatal asegura que nos comunicamos más a través de las redes sociales que mediante el contacto directo entre las personas. Vamos, que el móvil, el portátil, el ordenador y la tablet han sustituido a las tertulias tras una buena comida o en torno a un simple descafeinado de sobre con leche templada y en taza normal, o sea, grande (dejé de tomar descafeinados por la cantidad de preguntas que debía responder al pedirlo). El sesudo informe afirma que el usuario medio entabla a diario relación con otros 28 individuos utilizando herramientas como Facebook, Twitter o WatssApp, pero que solo lo hace cara a cara con 16 personas. Haciendo un juego de palabras, podemos estar todo el día hablando con un amigo sin cruzarnos una palabra hablada. Hace tiempo que el móvil se ha convertido en un apéndice más de nuestro cuerpo (conozco ya a muy poquita gente que no tenga uno), así que no resulta extraño que sea un invitado más en las cenas con los amigos. Normalmente, y sin necesidad de llegar a los cafés, se abre una competición para ver a quién le han enviado el vídeo más gilipollas o quién ha recibido la chorrada más grande. Como las conexiones Wi-Fi abundan por doquier (en bastantes sociedades se ofrece la clave de conexión en el tablón de anuncios), la interactividad es inagotable. Por aquello de que ya resulta canso, en la última cena de la cuadrilla decidimos que en la próxima cita se registrará a cada comensal en la entrada y se le requisará el móvil, que pasará a guardarse en una cazuela. De momento, no se cocinará al vapor.

1 comentario:

  1. Una alternativa a lo de la cazuela:
    Se deja el móvil encima de la mesa boca abajo. El primero que lo levante invita.

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