viernes, 11 de enero de 2013

Chefs bien avenidos

Desde el mundo del periodismo, uno observa con envidia sana el buen rollito que transmiten los cocineros vascos más prestigiosos. Todos a una, no hay semana en la que no se reúnan para presentar un libro, presidir un jurado gastronómico o entregar un premio. Se supone que Arzak es competencia de Mugaritz, Mugaritz de Zuberoa, Zuberoa de Akelarre y Akelarre de Berasategui, por citar los cinco primeros restaurantes del Olimpo guipuzcoano y cinco chefs habituales en los saraos gastroculturales. Al menos de puertas afuera, el clima de camaradería es habitual. Se dedican al mismo oficio pero presumen de ser amigos. De puertas adentro tendrán sus cuitas (como decía aquel, hasta en los quirófanos hay broncas a grito pelado), pero ofrecen una imagen de concordia y han hecho y hacen bandera de esa amistad entre profesionales. Esa saludable convivencia en el mundo de los pucheros, tan poco habitual en otros sectores, alcanzó su máxima expresión artística hace ocho años. Con motivo de la entrega del Tambor de Oro a Martín Berasategui, nueve cocineros (Arzak, Subijana, Argiñano, Hilario y Joxe Mari Arbelaitz, Aduriz, Ramón Roteta, Juan José Castillo y Gorka Txapartegi) se arrancaron por habaneras y cantaron y bailaron una pieza en euskera compuesta por Xabier Otaegi, a quien, por cierto, no pocos descubrieron el pasado miércoles en ETB en su faceta de bancario, que no banquero. Pero, sin lugar a dudas, la receta común de la que más orgullosos se sienten es el Basque Culinary Center.

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