viernes, 15 de febrero de 2013

Butano

El otro día soñé (léase en el sentido de dormir) que me pasaba toda la noche conduciendo con una bombona de butano en el maletero tratando de buscar otra de repuesto. No sé cómo acabó el sueño, porque ya se sabe que la mayoría de los sueños se interrumpen bruscamente, ya sea porque te despiertas con tus propios ronquidos o porque escuchas un ¡ay! tras propinar un codazo involuntario a tu contraria mientras duerme plácidamente. Me acordé de lo del butano ayer, cuando vi a un tipo que cargaba cuatro bombonas en el coche en una gasolinera. Y el caso es que no sé por qué soñé con ese viaje en busca de una bombona si ya hace años que me aboné al gas natural. No digo que sea propenso a soñar sobre asuntos raros, pero sí confesaré (y creo que no soy el único), que con cierta frecuencia sueño con que me persigue un toro. Como si se tratara de un encierro en la Estafeta, sufro como un condenado para esquivar los cuernos del bicho hasta que me meto debajo del vallado. Hasta ahora (y toco madera), nunca me ha corneado. Y hasta ahora, tampoco me he caído de la cama en esa carrera virtual e infernal por evitar las astas del morlaco. No he preguntado todavía a don Sigmund a qué se deben semejantes desvelos. Dicen en Internet que este tipo de sueños significa que "tendré graves problemas en el trabajo o en algún plan o proyecto que haya emprendido". Da más miedo el significado del sueño que los toros. Hoy he soñado que mañana sale el sol. Ya toca. Treintaytantos días de lluvia no hay dios que aguante.

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