pUES ya estamos todos. El Madrí y el Barça en cuartos de la Champions, su excelencia don Francisco en los aposentos del Vaticano y Xi Jinping en
el trono chino mundial. Café, copa de sol y sombra, y puro. Esto no lo
supera ni la Semana Fantástica de El Corte Inglés. "¿Parece majo, no?",
me preguntó mi contraria a esas horas en las que siempre te pillan en un
renuncio. "Está hecho un chaval", le dije. "Vive solo con un pulmón,
señal de que ha fumado a escondidas. Y no es de River. Es cuervo, de
San Lorenzo". Aturdido estoy todavía con el eco del mayor espectáculo de
suspense de los últimos tiempos. Domina bien el Vaticano lo del
marketing y la repercusión mediática. 2.000 años les contemplan y les
avalan. Hoy todos ustedes conocen la obra, vida y milagros de ese señor
del que hace tres cuartos de hora lo desconocíamos todo. Para eso
estamos los medios. Para contarles hasta el último (que no íntimo)
detalle del elegido en un alarde y derroche de medios y esfuerzos que no
sé yo si es un tanto desproporcionado. Que, como leí el otro día, hay
radios que esta semana se parecen más a Radio María que a una
emisora convencional. Así que ya tenemos Papa. Algún pariente vasco ya
le encontraremos. Alguna tía monja o así. Al tiempo. Menudos somos para
eso. Yo iba con Rouco, pero no tuvo a bien presentarse.
Es que a mí ese tono de voz de ultratumba de Rouco me tiene
encandilado. Cuando lo oyes, acojona. Mientras escribo estas líneas,
escucho a un tipo en la radio que dice que "ustedes, los periodistas,
tienen que hablar más con el Espíritu Santo". Alabado sea el Señor.
Amén.
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