Sucedió hace tiempo con Pilar Manjón, la presidenta de la Asociación 11-M de Afectados del Terrorismo, y sucede ahora con Ada Colau,
la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Pasan los
años, pero no cambian las estrategias que utiliza la derecha española
para condenar a la hoguera a quien ose rebatir con sólidos argumentos
sus líquidas miserias y mentiras. Cuando algún colectivo ciudadano se
enfrenta al poder político y económico de la ultramontana derecha y sus
satélites mediáticos, automáticamente se despliega una campaña para
desacreditar tanto al colectivo como, sobre todo, a quien actúa como
portavoz. A Manjón todavía le pitan los oídos de las barbaridades que
tuvo que escuchar (alguna incluso en el propio Congreso de los
Diputados) por responsabilizar a Aznar de los atentados
del 11-M. A la enérgica Colau supongo que pronto le relacionarán con un
primo suyo que tiene un amigo que tiene un sobrino que militó en
Jarrai. Qué sé yo. Cualquier sandez vale para tratar de poner en marcha
el ventilador contra quien no piensa como tú. Del pensamiento único
hemos pasado al todo el mundo calladito que aquí mando. Quieren
ciudadanos mansos que no se quejen y disponen de palmeros que les
jalean. No hay más que comprobar la portada de ese periódico que hoy
critica el escrache, cuando hace unos meses no tuvo ningún
empacho en publicar en su primer página, con alarde tipográfico, las
fotos de cinco jóvenes que abanderaban las protestas contra los recortes
en educación como si fueran los terroristas más buscados.
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