viernes, 5 de abril de 2013

Guarros

Un guante de látex. Una botella de lejía. Restos de plástico de lomo extra embuchado marca Hacendado. Un bote de Pringles. Una botella de plástico. Pañuelos de papel. Un paquete de Ducados rubio. Un tapacubos de coche con varios caracoles adosados. Una lata de Coca-Cola. Otra botella de agua (pequeña). Un bote de 500 gramos de Sveltesse. Un envase de yogurt. Una bolsa (también vacía) de croi-ssants. Un vaso de café de máquina (sin el palito). Una lata de Red Bull. Varios folios mojados de una sentencia judicial escrita en francés. Una bolsa de plástico. Un par de Danoninos. Un paquete de Fortuna. Una lata (vacía) de San Miguel. Un plástico que en su día contenía algún producto de Matutano. Restos de papel de aluminio. Una lata (machacada y oxidada) de cerveza Aurum. Una bolsa de McDonald's sin comida pero con restos de un vaso de cartón gigante y bolsitas de ketchup y salsa barbacoa. Otro paquete de tabaco, este de la marca LM. Un envoltorio de energy gel. Otra bolsa vacía. Un aparato de Ventolin. Más latas de cerveza y Coca-Cola... Todo el material que se describe en estas líneas lo recogí ayer en un tramo de menos de 500 metros de la cuneta de una carretera muy transitada por coches, camiones, motos y ciclistas, y que servidor frecuenta cuando sale a correr. Arrojar mierda por la ventanilla se ha convertido en el deporte nacional. Los bordes de las carreteras son estercoleros que causan vergüenza ajena. Toda esa basura no ha caído del cielo, la arroja la mano humana. Me faltaron bolsas y manos para recoger tanto desperdicio porque había el doble o el triple tirado en el suelo. Una pena.

2 comentarios:

  1. Lo extraño en estos casos es que cuando lo comentas con la gente nadie es "capaz de hacer algo asi"!!!

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  2. Yo es que tengo la mala costumbre de ir mirando a los lados cuando voy corriendo

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