Un guante de látex. Una
botella de lejía. Restos de plástico de lomo extra embuchado marca
Hacendado. Un bote de Pringles. Una botella de plástico. Pañuelos de
papel. Un paquete de Ducados rubio. Un tapacubos de coche con varios
caracoles adosados. Una lata de Coca-Cola. Otra botella de agua
(pequeña). Un bote de 500 gramos de Sveltesse. Un envase de yogurt. Una
bolsa (también vacía) de croi-ssants. Un vaso de café de máquina (sin el
palito). Una lata de Red Bull. Varios folios mojados de una sentencia
judicial escrita en francés. Una bolsa de plástico. Un par de Danoninos.
Un paquete de Fortuna. Una lata (vacía) de San Miguel. Un plástico que
en su día contenía algún producto de Matutano. Restos de papel de
aluminio. Una lata (machacada y oxidada) de cerveza Aurum. Una bolsa de
McDonald's sin comida pero con restos de un vaso de cartón gigante y
bolsitas de ketchup y salsa barbacoa. Otro paquete de tabaco, este de la
marca LM. Un envoltorio de energy gel. Otra bolsa vacía. Un aparato de
Ventolin. Más latas de cerveza y Coca-Cola... Todo el material que se
describe en estas líneas lo recogí ayer en un tramo de menos de 500
metros de la cuneta de una carretera muy transitada por coches,
camiones, motos y ciclistas, y que servidor frecuenta cuando sale a
correr. Arrojar mierda por la ventanilla se ha convertido en el deporte
nacional. Los bordes de las carreteras son estercoleros que causan
vergüenza ajena. Toda esa basura no ha caído del cielo, la arroja la
mano humana. Me faltaron bolsas y manos para recoger tanto desperdicio
porque había el doble o el triple tirado en el suelo. Una pena.
Lo extraño en estos casos es que cuando lo comentas con la gente nadie es "capaz de hacer algo asi"!!!
ResponderEliminarYo es que tengo la mala costumbre de ir mirando a los lados cuando voy corriendo
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