"Hola Juanma. Vienes con el chaval al mediodía a Urgencias de Pediatría del
hospital de Donosti. Te pasas toda la tarde en el hospital de prueba en
prueba, y cuando sales, ya al anochecer, después de dejar ingresado al
crío en observación, te soplan casi ocho euros por aparcar. ¿Eso qué es?
¿Copago? ¿Son unos ladrones? ¿Se creen acaso que aparcamos por
diversión?". Transcribo literal el WhatsApp que me envió ayer
un amigo a eso de las siete de la mañana. Podría dejar el resto de la
columna en blanco porque sobran los comentarios. Que te cobren por
aparcar junto a un centro sanitario se ha convertido en algo tan común
como pagar por dejar el coche en un subterráneo cuando vas de compras al
centro y resides en una zona con un transporte público deficiente. Y no
es lo mismo. El parking (mal llamado público) de hospitales es el
chollo padre para Osakidetza y para la empresa privada que lo gestiona.
Siempre está en temporada alta, tanto por la tarifa como por el número
de usuarios, y, que se sepa, su mantenimiento no es precisamente que
cueste un ojo de la cara. Nos hemos acostumbrado de tal manera a pagar
por tantos servicios que antes eran gratis (ya se sabe, hemos vivido por
encima de nuestras posibilidades), que no me extrañaría que dentro de
nada nos cobren por subirnos a los numerosos ascensores y escaleras
mecánicas que los ayuntamientos han instalado por aquí y por allá para
facilitar la movilidad de los ciudadanos. Será mejor no dar ideas.
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