"ea,
ea, ea, Valero se cabrea", solía gritar la afición del Bidasoa en
Artaleku en aquellos añorados partidos contra el Barça. Y Valero se
cabreaba, y mucho. A un lado y otro de la banda, sus duelos con su
vecino de banquillo, el irrepetible Juantxo Villarreal, eran apasionantes. En cierto sentido, Valero Rivera recuerda a Anna Tarrés.
"Tienen cara de mala hostia", que diría el castizo. Son técnicos muy
exigentes con sus jugadores y consigo mismos, y llevan esa seña de
identidad y la búsqueda de la excelencia casi hasta las últimas
consecuencias. El resultado son triunfos, títulos y medallas. Valero
Rivera forjó el mejor Barcelona de balonmano de la historia y sumó 55
títulos en 20 temporadas. Si el equipo de fútbol acaba de batir una
marca histórica al clasificarse por sexta vez consecutiva para las
semifinales de la Champions League, qué decir de aquel Barça de
balonmano que ganó seis Copas de Europa, cinco de ellas seguidas. Aquel
imbatible equipo marcó los años 90, como el Gummersbach lo hizo a
principios de los 70 o el Metaloplastika en los 80. Tras una mala
experiencia como director general de las secciones del Barça (solo duró
ocho meses), Valero fichó como seleccionador español (en enero conquistó
el Mundial) y ahora ha sido contratado por Catar después de que le
pusieran sobre la mesa muchísimos petrodólares. 800.000 euros por año,
según se ha asegurado. ¿Que la noticia es su ayudante en el banquillo?
La noticia será cuando, como señalaba hace unos días un columnista,
España se enfrente a Catar en los Juegos Olímpicos que Madrid quiere y
no puede organizar en 2020.
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