Zubikarai; Carlos Martínez, Ansotegi, Mikel González, De la Bella; Rivas, Aranburu, Xabi Prieto, Zurutuza; Griezmann y Bueno.
2-0 al Celta. Anoeta. Probablemente, desde la fiesta del ascenso de
aquel 13 de junio de 2010 la afición de la Real no disfrutaba de los
días de efervescencia que se viven en las últimas semanas. Buena parte
de la plantilla que penó por los campos de Segunda en tres años para
olvidar ha protagonizado la mejor temporada de la última década. En el
fútbol, como en el deporte, se pasa de la noche al día en un santiamén.
Lo que hoy es blanco, mañana es negro, y viceversa. Jugadores que creías
amortizados para la causa resucitan y ofrecen un rendimiento que
sorprende hasta al más pesimista. Entrenadores que en la décima jornada
escuchaban gritos de dimisión desde la grada, acaban sacando lo mejor de
un plantel que ha superado cada reto por difícil que fuera. Dos
derrotas en los últimos 20 partidos bastan casi para resumir una campaña
que recordaremos durante mucho tiempo, inolvidable. Al frente, un
técnico del que lo desconocíamos todo y que se ha ganado el aprecio de
la masa social (no toda; para gustos están los colores) por los frutos
que ha dado con un trabajo que, puertas afuera, ha sido casi silencioso.
No se le conoce una palabra más alta que otra a Montanier. Ni una polémica en dos años. Cierto es que gasta una ironía complicada de pillar o que no ha tenido con la afición el feeling de otros entrenadores. Pero deja un buen legado. Esperemos que no tengamos que echarle de menos.
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