Atribuyen a Napoleón Bonaparte la
célebre frase "una retirada a tiempo es una victoria", que es prima
hermana de otra que dice que "más vale una retirada a tiempo que una
batalla perdida". Renunciar a veces es más complicado que aceptar. En el
deporte de elite de Gipuzkoa se está dando en el último año un fenómeno
muy poco común: clubes que se resignan a jugar competiciones de rango
superior por falta de capital, por no poder completar el presupuesto. El
Gipuzkoa Basket Club renunció el verano pasado a la Eurocup, y el
Ordizia recibió una invitación para disputar la Challenge Cup, la Europa
League del rugby, pero dijo que no. El Bera Bera está a unos días de
renunciar a su plaza en la próxima Champions League y el Concepto Egile
no subirá a la división de plata del fútbol sala porque no le cuadran
las cuentas. Sumen a la lista al UPV de baloncesto femenino, que pelea
por armar un presupuesto que le permita competir la próxima temporada en
la Liga Femenina. En casi todos los casos, el objetivo ganado y sudado
en la cancha no tiene su correspondencia en los despachos. La falta de
patrocinios privados cercena las expectativas de crecer y las
instituciones han cortado el grifo de las subvenciones para dedicar las
ayudas a necesidades más perentorias. Renunciar a un torneo que te has
ganado con tu esfuerzo es un jarro de agua fría, pero habla bien de la
sensatez y la prudencia de los dirigentes que prefieren estar al día en
los pagos a la plantilla que construir gigantes con pies de barro. No
hay que ir muy lejos para ver ejemplos de ambiciosos proyectos que han
caído como un castillo de naipes.
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