Admito desde ya las
críticas de quienes consideran que al monte hay que ir a disfrutar, sin
prisas, andando, y con el bocata y la bota de vino en la mochila. Así ha
sido desde tiempo inmemorial y así, con matices, sigue siéndolo entre
la legión de aficionados que cada fin de semana patean por las alturas.
Sucede que el mundo del montañismo también ha evolucionado y en paralelo
han surgido nuevas formas de ir al monte. Kilian Jornet, el Messi
de esta especialidad, logró el miércoles una marca estratosférica:
subir y bajar el Cervino, de 4.478 metros, desde la localidad italiana
de Cervinia, en 2 horas, 52 minutos y 2 segundos (el anterior récord de Bruno Brunod,
en 1995, era de 3:14). El Cervino (Matterhorn en alemán) es ese monte
que todos hemos dibujado de niños, una mole de piedra con forma de
pirámide que aquí comparamos con el Txindoki. Para calibrar la gesta de
Jornet, basta reseñar que la ascensión más ¿cómoda? al Cervino supone
un esfuerzo como mínimo de cinco horas y atravesar varios pasos
exigentes, muchas veces en compañía de guías locales. Otro dato
reseñable, que tomo prestado de un comentario de Jorge Nagore,
ilustra la descomunal gesta: Jornet salvó un desnivel de 2.472 metros
(Cervinia está a 2.400 metros de altitud) en los 112 minutos que empleó
en ascender el Cervino, es decir, 1.286 metros por hora y 21 metros por
minuto. Y un último dato definitivo: a solo unas horas de que se
disputara la Supercopa entre el Atlético y el Barça, el Telenotícies de TV3 informó de la noticia antes que del partido. Con eso queda todo dicho.
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