Un cachondo el tal Olli Rehn.
Desde su poltrona de la Comisión Europea aconseja al Gobierno español
que patronal y sindicatos lleguen a un acuerdo para bajar los salarios
un 10% en los dos próximos años. El comisario de Asuntos Económicos y
Monetarios de la UE sabrá (y si no, se lo recordamos) que por estos
pagos desde hace ya varios años no se negocia en los convenios qué
porcentaje se suben los sueldos sino cuánto se rebajan. Al calor de la
crisis, las empresas han dado mordiscos al poder adquisitivo de sus
asalariados. Primero fueron unos bocaditos, más tarde fueron unas
dentelladas y al final acabaron por suprimir las mal llamadas pagas
extras, que no son sino una parte sustancial del sueldo acordado y
firmado entre un patrón y un currela. Ahora nos vienen el FMI y la CE a
recomendar una nueva bajada salarial para que las empresas puedan crear
empleo y se incentive el consumo. Sí, he escrito bien. Creen que si se
recortan los salarios se incentivará el consumo. Parece de cajón de
madera pensar lo contrario, pero vete tú a rebatirle los argumentos al
FMI, esa institución que tres años después de la bancarrota de Grecia
asegura que subestimó los efectos negativos de las políticas de
austeridad que recetó para el país heleno. El FMI, esa institución que
no predijo que llegaba una crisis del carajo pero que sigue dando
lecciones sin rubor sobre cómo salir de este agujero negro. Hay que
tener mucha jeta y un sueldo base de 20.000 euros al mes (sin incluir
los complementos) como el de Rehn para reclamar que se baje el sueldo la
plebe que todavía tiene un privilegio que se llama puesto de trabajo.
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