amigo conductor, te pongas
como te pongas, si circulo por la variante de Donostia a 80 km/h y
estoy adelantando a otro vehículo, no puedes ir a más velocidad, no me
puedes ni debes adelantar. No pegues tu morro a mi culo. No me hagas
aspavientos, ni ráfagas con las luces, ni sueltes exabruptos. Te pongas
como te pongas, el límite está en 80 km/h. Dos conclusiones no
demostradas científicamente he sacado desde que estalló la crisis y
desde que entró en vigor el carné por puntos. Con la recesión, ha
aumentado el número de multas que nos ponen las autoridades. Que levante
la mano el que no haya recibido una sanción en los últimos cinco años. Y
desde que se estrenó el sistema de puntos, ya no se pisa tanto el
acelerador. Podemos combinar ambas apreciaciones y nos darían el mismo
resultado. Pese a todo, sigue habiendo buenos puñados de conductores que
circulan según sus propias reglas. El cagaprisas es
particularmente pesado. Se trata de aquel automovilista que, cuando el
semáforo está en rojo y él se encuentra en la tercera fila de la
parrilla de salida, tiene la velocidad de reacción de un atleta de 100
metros lisos. Una milésima de segundo después de que el semáforo se
ponga en verde, él ya ha hecho sonar el claxon. Luego está el conductor safety car.
Este es aquel que llega a los tramos de radar en plan Fittipaldi,
reduce la velocidad y, cuando ya está lejos del alcance de la máquina,
mete el KERS, cual Fernando Alonso. Que hasta aquí quería llegar yo para poner la negrita y que me leyeran en Alonsotel, ese nuevo equipo ciclista que nacerá en 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario