miércoles, 13 de noviembre de 2013

Uno de cada 100.000

Aseguraba ayer en esta sección el doctor Ricardo Jiménez, asesor médico de la Federación Atlética Guipuzcoana, que la muerte de Arantza Ezquerro entra dentro de "lo estadísticamente esperado". Desgraciadamente, los números lo atestiguan. Varios estudios indican que uno de cada 100.000 participantes en una maratón (una prueba aún más exigente que la Behobia) fallece por muerte súbita.
Desde 1999, la carrera más popular de nuestro entorno contabiliza más de 112.000 corredores inscritos. Tres participantes (Asier Torrente en 2002, César Elorduy en 2010 y la ya citada Arantza Ezquerro el pasado domingo) han perdido la vida desde que esta clásica pedestre se recuperó felizmente en 1979. El hecho de que solo hayan transcurrido tres ediciones entre las dos últimas muertes podría llevar a pensar en algún tipo de negligencia, en que algo se está haciendo mal. Y, sin embargo, sucede lo contrario. Está demostrado que una mayoría de los participantes (no todos) llegan a la cita mejor preparados físicamente que hace diez, 15 o 20 años, y también es palpable sobre el terreno que la organización ha mejorado notablemente los servicios de asistencia médica.
A veces, la mayor de las prevenciones no puede evitar una fatalidad. Muertes como la de Arantza Ezquerro nos ponen sobre aviso acerca de la conveniencia de realizar una prueba de esfuerzo, que quizás no nos garantiza que sea infalible al 100% pero que está demostrado que reduce los riesgos de sufrir cualquier dolencia. Un chequeo médico es una medida preventiva más que recomendable y, desde luego, más importante que escoger el modelo de zapatillas que queremos utilizar.
En ejercicios de fuerte intensidad, que nos llevan prácticamente al agotamiento, exprimimos nuestro cuerpo. Lo sometemos a una exigencia máxima, más si cabe en una prueba como la Behobia, caracterizada por una enfermedad llamada marquitis. No importa si has llegado o si has disfrutado, importa el tiempo que has invertido en cubrir los 20 kilómetros. Es tal la competitividad, que hay quien no levanta la cabeza ni para saludar a la familia. Y, la verdad, lo mismo da llegar a la meta en una hora y 15 minutos que en dos horas y tres minutos. El caso es acabar la carrera con buenas sensaciones y cumplir el sano placer de disfrutar corriendo. Una máxima aplicable a la Behobia y a cualquier prueba por modesta que sea.

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