¿Hace cuánto tiempo que no envía una carta manuscrita por correo postal?
Descuente las postales que remitió a su suegra desde su lugar de
vacaciones (si las tuvo) o las empalagosas felicitaciones de navidad
(cada vez escasean más) de los próximos días, y le sobran dedos de las
manos. Las misivas escritas de puño y letra están pasando a mejor vida.
El correo electrónico y las nuevas formas de comunicación vía ordenador
de sobremesa, portátil, tablet o teléfono móvil han acabado por
enterrar los folios, los sobres y los sellos con la imagen del
campechano. No recuerdo la última vez que escribí una carta a boli.
Quizás fue en el siglo pasado. Moribundas las cartas, muere también el
servicio postal, que no los buzones, casi siempre llenos de propaganda.
Canadá ha dado el primer paso para eliminar la entrega de cartas a
domicilio. Ante el continuo descenso de envíos, ha puesto en marcha un
proyecto que culminará en 2019 y que pasa por suprimir el reparto de
correo ordinario casa por casa. O sea, que los carteros no llamarán dos
veces sino que pasarán a la historia o a otra ocupación. La
correspondencia solo se recibirá en el correspondiente apartado de
correos. Cómo no, la medida se llevará a cabo para ahorrar (el ahorro,
siempre el ahorro). Curiosamente, el declive del correo postal coincide
con el auge de la entrega de paquetes y documentación a través de
empresas privadas de mensajería. Es más rápido, a veces hasta gratuito, y
dentro de poco no hará falta siquiera que lo traiga un ser humano.
Llegarán a la puerta de casa de la mano de un dron.
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