viernes, 24 de enero de 2014

Can Barça

Mira tú por dónde, el presidente del Barça, Alexandre Rosell Feliu, no ha tenido que dimitir por las antaño clásicas pañoladas en el Camp Nou tras la enésima decepción de la hinchada, sino por las reiteradas denuncias de un socio empeñado en pedir cuentas al més que un club. Jordi Cases, un farmacéutico de Esparraguera, es la cara visible de la querella que investiga el juez Ruz en la Audiencia Nacional por las presuntas irregularidades en el fichaje de Neymar. Digo la cara visible porque no resultaría extraño que detrás de esta denuncia se encuentren algunos de los personajes del famoso entorno de Can Barça. Pese a que el asunto no ha hecho más que arrancar, vuelven a salir a la palestra las obscenas cantidades de dinero que se mueven en el opaco mundo del fútbol, que para más inri está inundado de deudas multimillonarias. De fondo, como de costumbre, aparecen las escandalosas comisiones que se llevan los intermediarios, sean profesionales de la representación o familiares del futbolista de turno. El padre de Neymar, entre otras millonarias prebendas, se lleva crudos nueve millones por dos partidos amistosos del Barça contra el Santos (las tarifas del caso Noós son pecata minuta en comparación) y 7,9 millones por tener preferencia en el posible fichaje de tres jugadores del club brasileño. De locos. El jugador cobrará 54 millones en cinco años, con diferentes primas por objetivos y varias cláusulas, una de ellas alucinante: percibe 2,5 millones por aceptar jugar donde le diga el entrenador. Camufla que algo queda.

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