"el nuevo mercado de San Martín debe ser un portal tecnológico y de
servicios propio del año 2000, un cibernario similar al existente en
París". Palabrita de Odón Elorza. Acabamos de
retroceder hasta el año 2000. Se acordarán porque aquella Nochevieja (o
no sé si la anterior) se iba a acabar el mundo. Bucear en la hemeroteca
tiene estas cosas. Te encuentras unos titulares que, pasados los años,
chirrían con la realidad. El viejo mercado de San Martín se metió en
obras en 2003 y dos años después nació un nuevo edificio. Pero ya no
había rastro de aquella planta que se iba a dedicar a las nuevas
tecnologías y al uso público de Internet. O quizás sí. Quizás el
entonces alcalde se refería a que una de las dos moles que forman el
mercado donostiarra iba a ser ocupada por una multinacional de los
discos, los libros y la electrónica en la que, efectivamente, cuando
entramos podemos probar el iPad y el iPhone, y escuchar unas canciones
por los auriculares. Quizás es que lo interpretamos mal. La otra gran
ala del mercado, hoy, varios años después, la va a ocupar enterita el
señor más rico de España, ese señor que no gasta un duro en publicidad
para vender su ropa porque todos le hacemos la propaganda gratis con el
boca a oreja. Así que el mercado de San Martín (puestos de abastos al
margen, donde se vende muy buen producto) se reduce a sendos mastodontes
y cientos de metros cuadrados ocupados por dos megaempresas. Y es que
una cosa es lo que se quiere y otra lo que se puede.
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