jueves, 13 de marzo de 2014

Baile de números

cada vez que acudo al mostrador de un banco a facilitar los números de una cuenta corriente para hacer un pago, me da un arrebato de desconfianza y pienso que me voy a confundir al cantar las veinte cifras de rigor. Sucede lo mismo cuando se manda un fax (si es que se siguen mandando) o cuando se envía un correo electrónico a una de esas direcciones que mezclan endemoniadamente números, letras y guiones bajos (cuánto daño ha hecho el guion bajo en los correos). El caso es que, pese a mi natural recelo, nunca me he equivocado y sí me ha sucedido a la inversa. El otro día me ingresaron en una cuenta una considerable suma de dinero que no me correspondía. Era el pago del alquiler de un piso realizado por un extranjero. Supuse que la equivocación se resolvería con una simple llamada mía al banco, pero no. "No se puede anular si no se hace en el día (el ingreso era de varios días atrás) y además es un ingreso en efectivo", me dijo la empleada, muy diligente, por cierto. Un par de llamadas después, el entuerto se solucionó. El dinero desapareció de mi cuenta, fue a parar al lugar correspondiente, el casero recibió su pasta y el inquilino (si es que conoció el cruce de traspasos), digo yo que respiró aliviado tras el baile de números.

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