KILIAN JORNET
CORREDOR DE MONTAÑA
Debajo de ese rostro tímido, aniñado, se esconde una fuerza bruta de la naturaleza. Kilian Jornet ha roto todos los moldes en las carreras de montaña. El corredor catalán (Sabadell, 27 de octubre de 1987) sorprendió al principio por su precocidad en ganar pruebas de trail, ya fueran de media o larga distancia (logró la Zegama-Aizkorri con solo 21 años). Más tarde arrasó al ganar toda aquella carrera que se proponía (ha sido seis veces campeón de la Copa del Mundo) y ahora asombra al batir los récords de ascenso y descenso a las montañas más emblemáticas de la Tierra (lo hizo en el Montblanc y el Cervino, y el mal tiempo se lo impidió en el Elbrus). Jornet ha pasado en pocos años del anonimato a ser una celebridad deportiva tras recibir una cascada de recibimientos coronados con el reciente nombramiento como Hombre del Año por parte de National Geographic. Desde la autocaravana en la que se mueve de carrera en carrera y de montaña en montaña, Jornet, que vive conectado al mundo a través de las redes sociales, responde por correo electrónico al cuestionario que sigue.
En la película 'A fine line', Mireia Miró cuenta cómo hace unos años usted elaboró tres listas. Una con todas las carreras que quería ganar, otra con los proyectos que deseaba hacer en la montaña y una tercera con sus proyectos de vida. La primera lista la ha completado entera porque ha ganado todas las carreras que apuntó en aquella lista. ¿Qué le queda por hacer de la segunda lista? ¿Los proyectos restantes de Summits of my life (Everest, Aconcagua, etc.)?
-A mí me gusta pensar en el futuro, pero relativamente. Ahora mismo estoy centrado en Summits of my life, y esos son mis proyectos a corto y largo plazo, porque todavía no sabemos si en 2015 haremos el intento de subir el Everest en un tiempo récord. En cualquier caso, esos son ahora mis proyectos y mis sueños y una vez completados veremos qué nos espera.
¿Y cómo va la lista de proyectos personales?
-Summits of my life es ahora mis proyectos personales, así que estoy muy contento de cómo está yendo todo.
El pasado lunes presentó en Barcelona 'Déjame vivir', una película que dicen que muestra al Kilian Jornet más desenfadado y que resume los tres primeros retos de récords de ascenso y descenso al Montblanc, Cervino y Elbrus. ¿Subir y bajar montañas más rápido que nadie es como un juego?
-Bueno, es un juego pero que sabes que puede tener consecuencias, y en nuestro caso las consecuencias pueden ser devastadoras. Así que sí, nos lo tomamos como un juego porque estamos haciendo lo que nos gusta en un entorno que nos gusta, pero sin dejar de ser conscientes en todo momento de los riesgos que tomamos.
¿Dónde está el límite en la montaña?
-El miedo en la montaña es lo que te ayuda a ver que te estás acercando peligrosamente al riesgo. Es por ello que el miedo es bueno, ya que ayuda a saber ver cuándo hay que continuar en la montaña o darse la vuelta y volverse para casa.
Hay quien considera que con retos de este tipo se pierde el respeto a la montaña.
-Precisamente, una de las bases de este proyecto es ser lo más silencioso y respetuoso con la montaña como sea posible. Por eso en las expediciones somos muy pocos e intentamos usar el mínimo material para no dejar huellas en ella. El respeto por la montaña y la naturaleza me lo han enseñado desde pequeño, así que para mí es muy importante.
Ya ha hecho alguna incursión en el Himalaya pero ¿cómo cree que se adaptará a la altura en un 'ochomil' como el Everest?
-No lo sé muy bien todavía, tendremos que ir paso a paso. De momento este año ya intentaremos un sietemil en América que nos dará las primeras pistas sobre ello.
¿Es factible hacer en el Himalaya lo que se hace en los Alpes? ¿Bajar y subir montañas en pocas horas?
-Esa es la idea. Salir con lo puesto desde el último pueblo e intentar hacer cumbre.
En la recién finalizada temporada de esquí de montaña ha conseguido más victorias que nunca pero no el título de la Copa del Mundo. Y ha comentado que, pese a no lograr el campeonato, se ha sentido mejor que nunca.
-Sí, al final a todos nos gusta ganar, pero los títulos quizás no son lo más importante. Este año me perdí algunas carreras porque estaba enfermo, y a pesar de todo disfruté mucho, tuve muy buenas sensaciones y mejores resultados que en otros años. Al final lo que cuenta no es en qué posición llegas a la meta sino la manera como te sientes cuando llegas.
¿Qué le parece que se plantee que el esquí de montaña sea deporte olímpico?
-Es una muy buena noticia. La Federación Internacional de Esquí de Montaña está haciendo un gran trabajo en ese sentido pero todavía nos queda un largo camino por recorrer.
Hace quince días inició la temporada de carreras de montaña con el segundo puesto en la Transvulcania. ¿La competencia es cada vez más dura?
-Sin duda, la gente viene muy preparada. Eso lo hace más emocionante y divertido, seguro que será una gran temporada.
Mañana llega la Zegama-Aizkorri, que es su carrera fetiche. Es la prueba que más veces (seis) ha ganado.
-Como siempre digo, Zegama es Zegama.
¿Qué tiene la Zegama que engancha?
-Es una carrera estupenda, tanto por el recorrido como por el ambiente.
¿A qué atribuye que correr se haya puesto tan de moda en los últimos años?
-A la gente le gusta salir a la montaña y ponerse retos. Eso es bueno siempre que se respete la montaña y que cada uno sea consciente de sus limitaciones.
¿Cuánto hay en Kilian Jornet de condiciones físicas innatas y cuánto de entrenamiento?
-Hay de todo, sin trabajo es imposible llegar a un buen nivel, y cuando se llega hay que seguir trabajando, eso es importante.
¿Cómo ha acostumbrado su cuerpo a no tener que avituallarse tanto como el resto de corredores?
-Desde pequeño he vivido en la montaña, y he aprendido a intentar vivir de ella y de lo que nos aporta.
Dicen de usted que sería capaz de hacer una carrera avituallándose solo con los frutos y el agua que encontrara por el camino.
-Según donde sea la carrera, sí, pero sin duda las asistencias siempre nos ayudan para que podamos hacer mejores tiempos.
¿Es una especie de nómada? Ha vivido en Font Romeu y Chamonix, en Francia, en Lyngen (Noruega). Ahora se mueve en una autocaravana...
-Sí, soy bastante nómada. He vivido en quince casas diferentes desde que era pequeño y mi vida cabe en una maleta. Con la furgoneta lo bueno es que cada día te puedes levantar en un sitio diferente y eso es magnífico.
¿La montaña es el medio en el que encuentra la felicidad?
-Sí, la montaña es como mi mejor amiga y mi enemiga: me da la felicidad pero a veces también nos la quita.
¿Qué queda de aquel Kilian que con cinco años hizo la travesía de los Pirineos de punta a punta?
-Supongo que la manera de ver y entender la montaña que me enseñaron mis padres, y que intento aplicar a todo lo que hago.
¿Cómo lleva la fama? ¿Qué ha cambiado desde que fue distingudo como Aventurero del año por National Geographic?
-Lo bueno es que yo vivo y entreno en la montaña y allí es donde me siento bien. Es un honor que National Geographic me designara Aventurero del Año, siempre son buenas noticias para nuestro deporte.
Hace unos años era impensable que un corredor de montaña presentara una película en un auditorio como el Palau de la Música, donde usted presentó el pasado lunes 'Déjame vivir'.
-Sí, estamos muy contentos con la evolución que está viviendo este deporte y que poco a poco la gente se vaya interesando por ella.
No tiene televisor desde los 17 años, pero está informado casi al minuto y es muy activo en las redes sociales. Se diría que cada día amaneces en un lugar diferente.
-Sí, me gusta esa idea, de poder seguir conectado aun estando tan lejos.
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