jueves, 5 de junio de 2014

Aduladores

Durante la carrera universitaria, en el piso de estudiantes solíamos echar risas cada vez que el ínclito José María García se refería a Juan Carlos I como "el primero de los españoles". Supergarcía creó a lo largo de su trayectoria un muestrario de muletillas que repetía día tras día en sus peroratas. Si tiran de memoria, recordarán que su particular abecedario estaba repleto de frases y términos con los que descalificaba a sus rivales (chupópteroscorreveidiles, estómagos agradecidostribuletes del pesebre...) y que había dos palabras que usaba habitualmente para referirse a los pelotas: abrazafarolas lametraserillos. Desde el pasado lunes se han escrito toneladas de textos sobre la renuncia del monarca. En no pocos comentarios e informaciones la adulación hacia el rey ha sido tan excesiva que ha rozado (en algún caso superado) el ridículo. Se diría que la opinión publicada no coincide con la opinión pública. O que el apoyo del 90% de los votos que recibirá la proclamación de Felipe VI en el Congreso de los Diputados no se corresponde con la realidad de la calle. Buena parte de la ciudadanía ve en la monarquía una institución anacrónica y trasnochada que vive en una permanente burbuja de papel couché.

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