domingo, 10 de agosto de 2014

De prepago

Pensaba que tener un móvil de prepago era algo propio de hace diez años hasta que, de charleta, tres amigos me aseguraron que apenas gastan diez euros al mes en hablar por teléfono y que recurren a estancos, gasolineras o quioscos cada vez que se les agota el saldo. Cracks. A la vieja usanza, uno de ellos lleva en la parte trasera de su móvil (una pieza digna de un museo) el número de teléfono adosado con un pedacito de post-it. Ese es mi ídolo. El caso es que dos de ellos viven a caballo entre Iparralde y Hegoalde, lo que les supone un engorro cada vez que cambian de país y reciben la señal de otro operador distinto. En esta Europa que todo lo unifica, llama la atención que aún existan barreras en las telecomunicaciones. Se les llena la boca a los eurodiputados con lo de la Europa sin fronteras, pero cada vez que atraviesas la muga, o bien pagas más por hablar, o bien viajas con el temor a que te llegue una factura en forma de clavada. Más de uno suele optar por una decisión salomónica: apagar el móvil. El Parlamento Europeo ha fijado el 15 de diciembre de 2015 como fecha tope para eliminar los recargos en las tarifas (hay que ver qué prisas se dan para unas cosas), pero conociendo a las compañías telefónicas, su penosa reputación y los beneficios que logran con estos servicios, habrá que ver para creer.

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