Hace ya unos años, de cuando en cuando en las redacciones de los periódicos se recibían llamadas como la que reproduzco:
- “¿Dígame?”
- “Hola, chavalote. Mira, estamos aquí, de alubiada con la cuadrilla en la sociedad, y tenemos una discusión sobre quién fue el que lesionó a Clemente. Unos dicen que fulano y otros que mengano. Eso vosotros lo tenéis que saber, que para eso sois periodistas”.
Hecha la pregunta, acudías a un veterano de la sección de Deportes que seguro que sabía la respuesta correcta.
- “Marañón”, le contestabas a tu desconocido interlocutor, al que escuchabas de fondo: “No ves, ya te lo decía yo. Marañón. A pagar esos patxaranes”.
Hoy, ya no es que se estile menos el patxarán, que ha perdido presencia en las sobremesas de café, copa y puro en favor del gin-tonic. Hoy, apenas se reciben este tipo de llamadas. El móvil, sí, ha acabado con las discusiones. Te sientas en una mesa, conversas sobre el asunto que se tercie y, si hay alguna duda (cuántos años tiene Sara Montiel, en qué año ganó Indurain su último Tour), siempre hay alguien que desenfunda su aparato y resuelve la cuestión a golpe de Internet.
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