hace tiempo que no voy a
una boda, así que desconozco si, llegados los postres, se mantiene el
ritual de que los novios obsequien a ellos con un habano y a ellas con
un detallito. Supongo que la ley del tabaco acabó con los puros. Lo de
entregar un detallito se ve que perdura. Ahí va una muestra del trabajo
de campo que he hecho tras preguntar a compañeros y amigos qué recuerdos
(mucha veces cursis y horteras) han recibido en bodorrios. A saber: una
cucharilla, una rosa, un perfume en un envase pequeño, varios motivos
de porcelana, una calculadora, una minicajita de bombones, un pañuelico
rojo con los escudos de los pueblos de él y de ella bordados, un kit
antirresaca, pétalos de flor con olor, ramilletes de flores, una bolsita
con caramelos, un marca páginas hecho a mano, almendras blancas, un kit
de pinceles con espejo, un abanico y, por supuesto, cigarrillos. Ana
Lamarca e Iván Montoya, una pareja de novios de Navarra, han hecho algo
menos frecuente. Querían convertir el obsequio en un gesto solidario.
Así que invirtieron el dinero previsto para el detalle en comprar 260
kilos de comida que donaron al Banco de Alimentos. Lo grabaron todo en
vídeo y lo explicaron en unas tarjetas que entregaron a los invitados.
Un detalle de lo más productivo.
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