definitivamente, los
fumadores se han convertido en los nuevos apestados del siglo XXI. El
proyecto de Ley sobre Adicciones presentado el martes por el Gobierno
Vasco acota aún más los espacios con humo. La calle, según dónde y cómo,
el hogar y el coche son de los pocos reductos que les quedan a los
consumidores de pitillos. La batalla que libran las autoridades
sanitarias contra el fumeque y sus consecuencias se inició en los
lugares públicos, pasó luego por bares y frontones, llega ahora a
estadios y sociedades gastronómicas, y supongo que acabará con la
prohibición de fumar en espacios comunes como las playas y los paseos
peatonales. El fumar se va a acabar. Vistos los precedentes, no se
adivina que tras esta vuelta de tuerca del Departamento de Salud puede
surgir una revuelta social de los fumadores. La mayoría ha aceptado con
resignación cristiana la catarata de normativas que se han puesto en
marcha en los últimos años y, salvo que alguien diga lo contrario, las
sanciones por fumar en zonas prohibidas escasean. La Ley Darpón,
como las anteriores, sin embargo, deja algún que otro interrogante.
Dado que se prohíbe fumar en instalaciones deportivas al aire libre,
¿puede un espectador echar un piti en el torneo de La Concha o en la playa de Zarautz mientras se disputa una campeonato de surf?
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