Hay canciones que, por más
años que tengan, asocias a vivencias, acontecimientos y recuerdos de tu
vida. Vas conduciendo, ponen el tema en la radio y, en décimas de
segundo, tu mente viaja en el túnel del tiempo. Cualquier canción de
Itoiz me traslada a la adolescencia, al paso de EGB a BUP, del mismo
modo que Delirium Tremens, Hertzainak, Kortatu o Eskorbuto te zambullen
en las primeras farras. Está también esa canción que la has puesto
tantas veces durante un viaje en coche, que se convierte en la banda
sonora de esas vacaciones. O el tema que te lleva a un concierto
inolvidable que viviste en vivo y en directo. Hay también canciones que
te recuerdan a quienes ya no están. El Maite zaitut de Pirritx y
compañía es sinónimo de alegría pero a mí me recuerda a la mujer de un
amigo que se nos fue demasiado pronto. Pusieron el tema justo en el
momento en el que tomaba la salida en la última Behobia e
instantáneamente me acordé de ella. El lunes, fue escuchar que había
muerto Joe Coker y recordar que con 19 añitos, acompañado de dos amigos,
hicimos en tren el viaje
Hendaia-París-Londres-Edimburgo-Portsmouth-Londres-París-Hendaia.
Durante todo el viaje solo escuché música de Joe Cocker en un casete que
aún conservo. Cada vez que escucho su voz rasgada, recuerdo el viaje.
Grande Joe.
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