sus honorables señorías
del Parlamento Vasco, 75 hombres y mujeres, asistieron el 23 de
diciembre de 2014 al último Pleno del año antes de las navidades.
Volvieron a celebrar una nueva sesión el 5 de febrero. 44 días y 44
noches después. Los niños de teta tienen menos vacaciones. Luego
hablarán de las libranzas de los profesores. No sé si en el resto de
Cámaras del Estado sucede lo mismo (en Navarra hubo Pleno el 15 de
enero, por ejemplo). Mirado desde fuera, da la impresión de que la vida
de los cargos públicos y la del común de los ciudadanos transcurre a
velocidades distintas. 44 días sin actividad (salvo un puñado de
comisiones a mediados de enero) son excesivos, aunque digo yo que sus
buenas razones tendrán. En un país en el que las elecciones paralizan
las decisiones políticas, se van dos meses preciosos entre la
precampaña, la campaña, el recuento de votos y la toma de posesión.
Frente a la burocracia y los larguísimos plazos que acostumbramos por
aquí, tenemos a la denostada Grecia. Alexis Tsipras ganó el domingo por
la noche, al mediodía del día siguiente ya había pactado el Gobierno y
48 horas después presentó su primer gabinete. Al cuarto día ya estaba
negociando en Bruselas. Con los mínimos protocolos, las máximas
garantías... y sin corbata ni Candy Crush.
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