Jorge Fernández Díaz, el ministro del Gobierno de Rajoy condecorador de vírgenes y santas, vinculó el pasado miércoles nacionalismo catalán y yihadismo de una manera tan malintencionada y miserable que recordó al “todo es ETA” que apadrinó el juez Baltasar Garzón y coreó el PP al unísono durante años y años. Hace tiempo que el foco político se ha trasvasado de Euskadi a Catalunya. Las estrategias que utilizan los partidos españolistas para tratar de desacreditar la causa soberanista nos resultan desde la distancia hasta familiares. Nada que no hayamos experimentado por estos lares. Hoy es relacionar yihadismo con nacionalismo, mañana será denunciar que los niños catalanes que hablen castellano llevarán una marca en la frente y pasado mañana que los españoles que aterricen en el aeropuerto de El Prat pagarán una tasa por pisar suelo catalán. Sandeces varias que en el caso catalán, como antes en el vasco, tienen su cohorte de voceros en tertulias y medios. Y sandeces propias del ultracatólico Fernández Díaz, que no predica precisamente la paz de Dios, y cuya altura intelectual se resume con otras dos perlas que soltó en su día sobre la cuestión catalana: “Homenajear a la División Azul en Cataluña es un acto de reconciliación“ y “muchas familias catalanas no se reúnen por Navidad por culpa del soberanismo”.
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