en Finlandia no se andan
con chiquitas con las multas de tráfico. A un tal Reima Kuisla, un
empresario con unos copiosos ingresos en su cuenta corriente, le acaban
de atizar con una sanción de 54.000 euros por superar en 23 km/h el
límite de velocidad. Este buen hombre conducía a 103 km/h en un tramo en
el que estaba prohibido superar los 80 km/h. Nada que no le suceda al
común de los mortales. La desproporción entre la infracción y el importe
de la multa resulta llamativa, si no fuera porque en Finlandia las
sanciones se imponen en función de la renta del conductor que incumple
el código de circulación. Tanto ganas, tanto pagas por saltarte la ley.
El modelo, que cuenta con la aceptación de la mayoría de la población,
no ha sido puesto en práctica anteayer. Al contrario. Data de 1921 y se
aplica también en Suecia y Noruega, lo que da idea de las traineras de
ventaja que nos llevan los países nórdicos, referentes indispensables en
las políticas sociales. Difícil extrapolar el sistema finlandés a estas
tierras, donde por comprar un vehículo nuevo te hacen la misma rebaja
ya ganes 20.000 euros que 100.000. Lo más proporcional que se ha visto
en los últimos tiempos es la decisión del Ayuntamiento de Irun de cobrar
las sanciones de OTA en función del tiempo de aparcamiento que se haya
excedido.
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