Hace unos 30 años, un puñado de alumnos, creo que no más de cinco, decidimos no estudiar Religión y optar por la asignatura de Ética. Cursábamos BUP en un instituto público hoy desaparecido y supongo que llevar la contraria al resto de la clase era una especie de acto de rebeldía juvenil. El caso es que fue también una manera de romper con la Iglesia, con la religión católica y con todo lo que nos habían inculcado desde niños. El siguiente paso fue no cumplir con el sacramento de la confirmación. Luego, ya adultos, llegaron las ceremonias de boda civiles, pasar olímpicamente del bautismo y la comunión, y desterrar varios rituales más. A la vista de cómo se ha distanciado la sociedad de la Iglesia, se diría que fuimos unos adelantados, con perdón. Según se señala en la web de Europa Laica, cada vez son más los centros públicos que no imparten la asignatura de Religión por falta de demanda. En Euskadi, por ejemplo, y según datos recogidos por la Cadena Ser, son ya 70 colegios de un total de 332. Es la comunidad con más centros. Simplemente, no hay profesores de Religión (católica, se entiende) porque nadie lo pide. Sostienen los defensores de un Estado laico que es un fenómeno imparable. Seguramente, no les falta razón.
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