durante los últimos días
hemos recordado en este periódico el 20º aniversario de la Copa de
Europa que conquistó el Bidasoa con reportajes, entrevistas,
fotografías, opiniones y profusión de anécdotas y datos. Poco más hay
que añadir de aquella gesta irrepetible. Si acaso que el equipo
irundarra era modélico en la cancha y en los despachos, pero también en
el trato que dispensaba a los medios de comunicación. Lo mismo daba que
llamara una radio de barrio que un periódico de gran tirada. Atendía a
todos por igual. Si no me falla la memoria, a la cabeza del servicio de
prensa se encontraba Txema Pardo, un periodista que conocía el oficio,
dato relevante cuando se trata de hacer de hilo conductor entre un club y
los medios. Pardo hacía más fácil nuestro trabajo, que es de lo que se
trata al fin y al cabo. No está de más reconocer su labor en estos
tiempos en los que algunos responsables de prensa solo ponen zancadillas
y trabas a la tarea de informar. La grandeza de un club se mide también
por los pequeños detalles. El Bidasoa, por ejemplo, tenía a bien reunir
de vez en cuando a los periodistas para que Villarreal o Sopalovic
desgranaran el juego del rival europeo de turno. Toda una lección de
balonmano y de saber tratar a los medios.
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