"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error
mayor". Confucio dixit. No es frecuente que un político haga autocrítica
y reconozca que la estrategia ha sido equivocada. Sorprenden, por
inusuales, las palabras de Hasier Arraiz, que el martes admitía que la
gestión de EH Bildu en las instituciones que ha gobernado en Gipuzkoa no
ha sido del todo adecuada. "No se puede hacer el cambio político si la
gente entiende que nos despegamos de ellos, que vamos demasiado rápido",
dijo en un gesto de fair play. En un mundo político en el que cada día
te desayunas con mourinhistas como Yolanda Barcina y Esperanza Aguirre,
la autocrítica es un sano ejercicio. No diremos que Arraiz es
guardiolista y mea colonia, pero ha sabido reconocer los errores de la
coalición y no ha recurrido a la clásica excusa de culpar al empedrado o
insultar al electorado. Aprender de los errores es seguramente la
receta más apropiada para no volver a cometerlos. Aseguran los
politólogos que parte del éxito del PNV se debe a lo que aprendió
durante sus tres años largos en la bancada de la oposición cuando los
socialistas gobernaban desde Ajuria Enea. Vamos, que hizo una saludable
autocrítica hasta dar con la estrategia correcta que le ha llevado a
gobernar de nuevo las principales instituciones.
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