Andan los partidos
políticos disfrutando durante dos semanas de sus días de vinos y rosas,
en pleno frenesí de mítines, paseos, visitas a empresas, reparto de
rosas y demás menesteres propios de una campaña electoral. Son
jornadas de cálculos, de hacer las cuentas de la lechera, de cuántos
junteros o concejales saldrán de las urnas. Si se peca por defecto, a un
miembro de la lista que va de relleno le cae un caramelo envenenado.
Si, por el contrario, se peca por exceso, te llevas un chasco. Chasco
rima con Gasco, protagonista hace cuatro años de una pirueta digna del
Circo del Sol. El hoy candidato a alcalde de Donostia figuraba entonces
en el décimo puesto de la lista que encabezaba Odón Elorza. El PSE tenía
once concejales, así que pensaron aquello de repetir o superar el
resultado de 2007. Pero hete aquí que lograron siete ediles. No había
hueco para Gasco, así que, en un triple salto mortal con tirabuzón,
renunciaron varios compañeros para que el portavoz de los socialistas no
se quedara sin silla en Ijentea. Por el contrario, Miguel Buen, Txarli
Prieto y José Antonio Pastor, candidatos a diputado general en Gipuzkoa,
Araba y Bizkaia, respectivamente, salieron elegidos pero no llegaron a
tomar posesión de su cargo. Cálculos no previstos del partido se llama.
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