el periodista deportivo Tomás Guasch acuñó hace ya unos años el término Cagómetro
para referirse, por decirlo finamente, a clubes, dirigentes o
futbolistas que, llegado el momento de dar el callo, se descomponían
ante una situación delicada. Si el Barça encabezaba la Liga pero le
apretaba el Madrid y se olía que podía perder el liderato, Guasch medía
los cagaherzios entre jugadores, técnicos, directivos y
aficionados blaugranas. Aplicado el susodicho aparato a la política, la
comunidad y el partido que mejor reflejan el miedo a perder el poder son
Navarra y UPN, que no son lo mismo aunque a veces lo parezca. El Cagómetro
está que se sale en las filas de los conservadores forales. No hay más
que echar un vistazo a la prensa afín para comprobarlo (Un inciso. Jaime
Ignacio del Burgo debe ser la única persona en el mundo que en sus
artículos usa el término euskalherríaco). Después de 19 años de ordeno y
mando, el cambio de gobierno es posible aunque sea una tarea propia de
jeroglífico acertar qué sigla o siglas gobernarán la tierra de la
diversidad los próximos cuatro años. El barcinato llega a su
fin (ya veremos si también la etapa de UPN en el Gobierno) y se nota, se
siente, el nerviosismo. Ha aflorado tanta mierda bajo las alfombras del
Palacio Foral que ya no sirve de parapeto el socorrido “que vienen los
vascos”.
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