jueves, 4 de junio de 2015

El no descenso del Eibar

La web oficial del Tour señala como vencedor de la edición de 2006 a Óscar Pereiro. Floyd Landis se llevó los oropeles en el podio de los Campos Elíseos, pero pocos días después se supo que el ciclista estadounidense había ganado la decisiva etapa con llegada en Morzine dopado hasta las trancas con testosterona sintética. Año y medio después, Pereiro recibió el maillot amarillo en una ceremonia en Madrid tras la descalificación de Landis. Uno siempre ha tenido la sensación de que el excorredor gallego es un ganador del Tour en diferido, de segunda, con perdón. Sin entrar en paralelismos, el Eibar puede lograr en los despachos la permanencia que no consiguió sobre el césped, pese a que técnicos y jugadores se dejaron hasta la última gota de sudor. La oportunidad que se le abre al club armero habla muy bien de su gestión financiera y de sus saneadas arcas, pero si sigue en Primera será por méritos extradeportivos, que también cuentan aunque al aficionado le dejen una sensación agridulce. No es lo mismo celebrar la permanencia con tu hinchada en Ipurua que hacerlo después de recibir un frío comunicado de la LFP. No se trata de cuestionar el legítimo derecho del Eibar a agotar todas las vías (faltaría más), sino de subrayar la diferencia entre una permanencia tangible e intangible, entre el descenso y la salvación ganada fuera del verde.

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