viernes, 26 de junio de 2015

Marina d'Or

No hay día sin un indicador económico que nos señale que empezamos a ver la crisis por el retrovisor. Organismos próximos y lejanos nos anuncian unas previsiones con números y decimales que vete tú a saber si se cumplen porque nadie se molesta en comprobarlo meses después. Soy de natural incrédulo, así que me guío por lo que veo y observo a diario. A saber. Cada vez hay más tráfico de camiones en las carreteras, por lo que deduzco que las empresas marchan mejor. Obvio. Desde que se inventó el just in time, las autopistas son almacenes rodantes. Segundo dato empírico. Desde hace meses han crecido considerablemente las ofertas de trabajo que publican los periódicos los domingos. Cuando más azotaba la crisis, no había una sola. Ahora vuelven a brotar. Otra señal inequívoca de que escampa es que algunos bares vuelven a cobrar 2,30 euros por un café con leche, aunque uno no sabe si alguna vez dejaron de hacerlo. O qué decir del pelotazo de Euskaltel, que recuerda a épocas que creíamos olvidadas. Y la prueba definitiva de que volvemos a los tiempos de jauja es que las televisiones emiten de nuevo el horripilante anuncio de Marina d’Or, paradigma de la burbuja inmobiliaria y los años de los gigantes con pies de barro.

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